el negocio "redonda"

Del verde césped al verde dólar

El fútbol, aquel deporte que nació en otro continente y dio la vuelta al mundo hasta llegar a la Argentina e instalarse con fuerza en cada centímetro del país.

Desde potreros hasta grandes estadios, desde "picaditos amigueros"  hasta grandes clásicos barriales. El fútbol es eso en nuestra tierra, todo, o la suma de sus partes, una manera de divertirse o una manera de vivir.

 En algo más de 100 años, pasó de ser un juego extranjero que ansiábamos aprender a ser un multimillonario negocio nacional. Los clubes dejaron de ser aquellos lugares a donde la familia iba a practicar deportes y satisfacer sus deseos sociales. Dejaron de ser escuelas de fútbol para convertirse en fábrica de jugadores.

Aquel deseo de un niño de vestir la camiseta de su club amado es por estos días algo utópico. Claro, otro equipo le ofrece más plata al padre del niño  y esa ecuación se termina.

Marcas de ropa deportiva, representantes, porcentajes, derechos de formación, derechos económicos, derechos federativos: al leer esto pareciera que estamos preparando una materia para la facultad de ciencias exactas, pero no, seguimos hablando de futbol. De nuestro futbol actual. El deporte que más plata mueve en el mundo. Jugadores que se van a jugar a países de muy bajo nivel futbolístico pero que pagan mucho y en dólares, entonces, como ellos dicen: _ “es mi oportunidad de salvarme “.

La plata logró acomodarse como el principal objetivo del fútbol, dejando en último plano a lo  que antes llamábamos:”la gloria”, aquello por lo que corrimos una pelota mas aunque estuviésemos sin aire, algo que hacía que nos tirásemos al piso dejando el alma en la cancha con tal de que nuestro rival no siga adelante.

Hay que cerrar las fábricas de jugadores  y volver a las escuelas de fútbol. Quitarles protagonismo a los representantes y a los empresarios y recuperar el deseo de triunfar, triunfar en el deporte.  Olvidarnos de las 500 cámaras que hay en cada estadio y sentir que estamos jugando en el barrio, como cuando niños, para divertirnos, para ganar, para ser mejores. 

Lograr que la búsqueda de la gloria le gane a la búsqueda del tesoro. Volviendo a sentir pasión por lo que se hace, seguro que así tendremos ganancias económicas, pero mejorando el camino.
Ese olor  a billete nunca se podrá  comparar con el bello aroma que tiene el césped de una cancha de fútbol.




Juan Fajre

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